A pasos de niño

Aprendo de sus miradas no contaminadas, de los colores en los que enfocan la vida.

Aprendo de sus cabecitas en ebullición, de esas cabecitas tan creativas.

A veces me explican cosas que yo no veo o me ofrecen la mirada desde un punto de vista diferente.

Me muestran que no siempre hay una única explicación a todo.

Qué gran riqueza te aporta la infancia y qué gran interés muestran en todo aquello que les rodea. No fijan la mirada sólo en un punto, al frente y hacia delante, sino en todo su alrededor, arriba, abajo, derecha, izquierda y a dentro.

Muchas veces no tengo respuestas a sus preguntas, sólo los que tenéis la gracia de tener niños a vuestro lado descubriréis que pueden hacerte hasta la pregunta más inverosímil. Pero lo importante no es tener las respuestas sino planteártelas, y ellos hacen que te las plantees, contínuamente.

Otras veces son ellos los que responden a mis dudas, con su sencillez y su mente no contaminada.

Sus ganas por conocer, por saber, por aprender, me impulsan también a mí como si fueran una palanca en mi vida. Son mi catapulta.

No tengo ni idea de lo que nos deparará el futuro, pero estoy orgullosa y feliz de acompañarlos en toda esa riqueza que les (nos) aporta la infancia.

¿He dicho que aprendo? No. Me recuerdan lo que ya conocía, lo que ya vivía, y que un día olvidé.

Gracias por enseñarme a recordar y a reiniciar.

Aprendamos para el 2021

Normalmente, para estas fechas, hago balance de los últimos 365 días, deseándoos a tod@s una buena salida y entrada de año y recordando los posts más vistos del año. Pero como podréis ver, este año ha puesto boca abajo la vida de todos y no he tenido tiempo para el blog, y si lo he tenido lo he usado para otras cosas, que en esta época tan díficil, he creído más importantes.

A finales de febrero nadie se imaginaba la que se nos venía encima. Primero llegó el confinamiento de marzo, con más de 45 días con los niños en casa. Fueron unos campeones, pero no deseo para nada que se vuelva a repetir. Sin lugar a dudas, esa época dejará mella en ellos, y muchos de ellos todavía viven con miedo de salir a la calle, ir al cole con normalidad, o relacionarse con sus amigos. Esos días también entendimos que el teletrabajo no es ninguna panacea con niños en casa y sin estar bien regulado. Estuve a punto de cambiar lo de «de un ataque de besos» por «un ataque de nervios«.

Luego vino un verano anómalo donde todos pudimos vivir con «cierta normalidad». Decenas de protocolos y normas para darse un remojón en la playa o unas cañitas en la terraza. Pero nos relajamos, y demasiado, poniendo en peligro la vuelta al cole.

Llegaba el inicio de curso y todavía muchos gobiernos no habían decidido los protocolos para las escuelas. Y muchos nos pusimos las manos en la cabeza al ver que los gobiernos NO habían hecho los deberes durante el verano y darían inicio al curso con geles, mascarillas, ventanas abiertas, y poco más. Por suerte, entre los niños, la cosa no ha ido mal este primer trimestre y los colegios han aguantado abiertos hasta Navidad cuando muchos apostaban por lo contrario. Ya veremos el segundo trimestre como empieza y como acaba. Crucemos los dedos.

Y estas navidades nos ha tocado vivirlas también de una forma anómala, con muy pocas celebraciones y sin todas esas actividades infantiles que tanto disfrutábamos las familias. Pero muchos siguen relajándose más de lo que deben y mucho me temo que cuando pase esta Nochevieja nos inundaran de nuevas restricciones. Pinta un enero y febrero muy crudo. Es lo que tiene intentar hacer equilibrios entre dinero y virus. A estas alturas pongo en duda tanto las cabalgatas «estáticas» de los Reyes Magos como la vuelta al cole del 11 de enero. Crucemos nuevamente los dedos.

Son muchos los que esperan que entre el 1 de enero, como si de un día a otro se borrara el virus y todas sus desastrosas consecuencias. Ains, qué equivocados. Muchos no se imaginan que todavía queda un año muy duro. Ojalá que no tan duro como el que dejamos, pero seguro que no será como los que conocíamos antes de la aparición de este maldito virus. Nada volverá a ser igual, de eso no os quepa duda.

Aprendamos de los errores, no perdamos la ilusión de los años venideros y seamos responsables. Que el pan para hoy puede ser hambre para mañana.

Como decía un profe de historia: «quién olvida su historia está condenado a repetirla«. No olvidemos el 2020 para que, cómo mínimo, no lo repitamos en el 2021.

Ahora sí…

¡Feliz y saludable salida y entrada de año a tod@s!

Felices Fiestas…

Todos queremos que esto se acabe, estamos hartos de nosotros mismos, de los demás, o suspiramos por alguien a quién no podemos ver ni abrazar.

Muchos hemos perdido demasiado en estos últimos meses. Estamos confundidos, incómodos ante esta nueva realidad que se nos apareció de la noche a la mañana y sacudió nuestra zona de confort de un pellizco. Nos da miedo que el mundo no vuelva a ser el mismo.

No, no tengo un mapa, y no conozco el camino. Así que lo mejor que puedo decirte es «sé amable», trátate bien a ti, trata bien a los demás, y aprovecha estos momentos para recordar que el desastre no apareció en este mundo hace 10 meses, sinó que lleva décadas agonizando medio mundo. Así que, ¿qué otra cosa nos queda que ser amables con los demás y ser como el barro, moldeable?. Y si nunca antes lo fuiste, a lo mejor, esta es tu nueva oportunidad.

FELICES FIESTAS Y UN PRÓSPERO 2021

– no dejemos de caminar –

No es país para niños

Más de 6 meses sin escribir en el blog. Más de 6 meses priorizando la «supervivencia» en esta pandemia que nos ha puesto a todos patas abajo y nos ha sacudido la realidad en la que creíamos estar viviendo. Más de 6 meses dándolo todo por mis hijos, haciendo acrobacias con el trabajo y mi profesión, la educación, preocupándome por los abuelos y observando cómo por fin esta sociedad, y en concreto este país, ha puesto las cartas sobre la mesa: este país no es país para niños.

Si de algo está sirviendo esta pandemia es para poner sobre la mesa la niñofobia que existe en nuestro país. La niñofobia de esos vecinos que te critican si durante el confinamiento tus hijos hacen más ruido del que ellos creen que deberían hacer. La niñofobia de cerrar parques infantiles antes que terrazas y bares. La niñofobia de enviar a los niños a casa y hacerlos invisibles ¡durante más de 6 meses!

6 meses sin hacer nada para garantizar el derecho de los niños a la educación. Y no, no me digáis que no hay dinero. No se trata del dinero que hay, sinó en qué lo quieres gastar y esta vez tocaría Sanidad y Educación, las grandes recortadas de todos estos años.

Ver cómo un Estado prepara la vuelta al cole dentro de esta pandemia sólo unos días antes del inicio de las clases, dejando en un «apáñate cómo puedas» a miles de familias.

Muchas de esas familias dependen de sus dos sueldos para poder sobrevivir y dar el mínimo de manutención a sus hijos y que ahora les tocará hacer frente a un regreso a las aulas con múltiples cuarentenas y con la angustia de hacer frente a esta situación sin perder el empleo y sin tener que dejarlos a los abuelos.

Las medidas de conciliación en este país siempre han sido nulas y hoy en día cobra todavía más importancia.

No, no soy de las que crea que tiene que ser el Estado quienes nos solucione los problemas con paguitas, pero todos formamos parte de él, incluso las familias, los niños, y las mujeres, mujeres con un techo invisible que durante años ha impedido que podamos acceder con igualdad de condiciones a cargos de poder, responsabilidad o trabajo, y que ahora, con esta pandemia, muchas nos veremos abocadas a tener que renunciar a nuestros trabajos, a nuestra independencia, para poder cuidar a nuestros hijos. Madres que sí, que amamos a nuestros hijos y haremos lo que haga falta por ellos, pero que queremos luchar para no tener que renunciar a ser también nosotras. ¿Quién creéis que durante los próximos meses renunciará a sus trabajos? ¿en las familias de clase media-baja, quién tiene los trabajos más mediocres?

Sí, los hijos son cosa nuestra, no del Estado como ciertos grupos políticos alardeaban hace unos meses. Pero pensad que muchas familias han tenido hijos organizándose en unos pilares que hasta hace seis meses servían y que ahora ya no: abuelos, colegios, casales, ludotecas… Ahora hemos visto las orejas al lobo, así que nadie se pregunte por qué a partir de ahora cada vez son más las mujeres que eligen no ser madres.

Hemos visto cómo la realidad que sustentaba a muchas familias se ha desplumado de un día para otro, y eso, hará recapacitar el tema de la paternidad y la maternidad, y mucho. Sobretodo a las mujeres, mujeres que no estamos dispuestas a volver a la época de nuestras madres o abuelas. Mujeres luchadoras, que queremos ser independientes. Pero ¿qué pasará a partir de ahora? No me gustaría ver como retrocedemos 50 ó 100 años, con mujeres en casa (eh, que no lo critico si así lo quieren, todo lo contrario), para que baje el paro, trabajo para los hombres y la mujer comiendo nuevamente en manos del hombre.

Una brecha social cada vez más acusada, dónde mientras habrá familias que podrán pagar canguros, clases particulares y ordenadores, muchas otras, más de lo que os pensáis, no.

Y ya ni hablemos de familias monoparentales.

Una generación post NiNi, generación Covid ya la llaman, con secuelas que conoceremos dentro de unos años y nos daremos cuenta lo mal que hicimos las cosas cuando eran niños.

De momento, agarraoss que llegan curbas. Que este virus es como una mancha de aceite. Primero caerán los niños. Luego sus madres, padres y abuelos. Después continuará con los compañeros de trabajo de esos padres y madres que han tenido que seguir trabajando y no han podido hacer cuarentena con sus hijos. Y acabará con pequeñas y medianas empresas cerradas durante días por cuarentenas. Que los padres y madres nos quedemos a cuidar de nuestros hijos en esta situación tan excepcional no es sólo un tema de conciliación, sinó también de salud para todos, de prevención.

Ojalá me equivoque.

Crucemos los dedos, no nos queda otra que creer en los milagros cuando no se hacen bien las cosas.

A un metro y medio

Después de poco más de un mes confinados en casa con los niños todos ya hemos entendido de la importancia de lavarnos mucho las manos, de mantener la distancia con los demás, de las mascarillas, de minimizar las salidas a la compra y de cruzar los dedos para que el Covid-19 no entre en nuestra vidas de forma directa.

Hemos visto como nuestros hijos han sido los grandes olvidados de toda esta pandemia. De cómo aún llevando más de un mes confinados en casa continúan tratándoles como la «peste». Nos cuesta entender que se pueda sacar a los perros y no se permita sacar ni que sea 5 minutos a los niños a dar una vuelta a la manzana. Sobretodo en los pueblos, dónde yo vivo, con el bosque a tocar de las casas y amplios espacios al aire libre donde poder mantener sin ningún tipo de peligro el metro y medio de distancia.

Las madres y padres somos responsables, y por supuesto, lo primero es la salud de nuetros hijos. Por eso no entendemos cómo se les aisla del coronavirus, pero no se les aisla de la ansiedad, de la depresión y de otras patologías psicológicas que aunque no nos lo parezca ahora a simple vista, estoy segura que les empieza a hacer mella. A caso alguien duda que todo ésto ¿no les está afectando?, ó que si nos permiten sacarlos un rato, ¿no tomaremos las medidas necesarias y los expondremos al peligro del contagio de forma irresponsable? o a caso, la gente se piensa que todavía, estando confinados y sin contacto alguno con nadie más que sus padres, siguen siendo la «peste», ¿los grandes transmisores de la enfermedad? Dicen que procuran por ellos, pero sus padres salen cada día trabajar y vuelven a casa sin saber si ese día regresan a casa con la enfermedad adherida a la tela de su vestimenta. Me parece a mí que ahora mismo no son ellos los «contagiosos» sinó nosotros, los adultos.

¡Lo llevan como unos campeones! -dice la gente y los medios de comunicación. ¡Qué remedio! A caso, ¿les queda otra? tú y yo salimos a tirar la basura, a comprar, a trabajar… sólo aquellos que llevan más de un mes estrictamente confinados como ellos pueden ponerse en la suela de sus zapatos.

También nos cuesta entender cómo se intenta mantener un curso escolar, cogido por pinzas, pasando la docencia a las familias o sacrificando el aprendizaje de las nuevas materias de este tercer trimestre, por no tener el coraje de suspender ya el curso y, por ejemplo, empezar el próximo antes, el 1 de septiembre e incluso antes, para dedicar los primeros días a un repaso del curso anterior. Y que no me vengan con la excusa del calor, ¿o es que no pasan calor en los casales de verano? ¿o en las casas que no disponen de aire condicionado?. Que no nos engañen. No es cuestión de calor, sinó de a qué quiere el Gobierno destinar el dinero que le quede. Y como siempre, me temo que la Educación continuará sin ser una de sus prioridades.

¿Y qué me decís de nosotr@s? Las madres y los padres. Madres/padres, trabajadores, tareas de la casa y ahora, encima…profesores. Y todo ello teniendo que trabajar con medidas excepcionales o des de casa y junto el estrés y la ansiedad de no poder llevar una vida normal. A eso súmale que no te cuadren los números en tu negocio, o en tu casa.

Me da la sensación que esta crisi se está gestionando a salto de mata. Y esta gestión la estamos pagando todos, con nuestras vidas y nuestra salud.

Y ¿no creéis que ya va siendo hora que permitan a los niñ@s salir un poco al exterior? ¿traspasar esa barrera de la puerta de entrada de casa? una medida que lo permitiera no obligaría a todas las familias a sacar a sus hijos, pero sí permitiría que aquellas que vean que podrían hacerlo de forma segura tuviesen la oportunidad de hacerlo. Cada familia sería libre de elegir.

El Covid-19 ha llegado a nuestras vidas para quedarse, por lo menos hasta que salga la tan esperada vacuna. Entonces, dejaremos encerrados a nuestros hijos durante meses dentro de una burbuja, o ¿les enseñaremos a tomar las medidas necesarias para no contagiarse y les empezaremos a dar la oportunidad de adaptarse a esta situación excepcional como los estamos haciendo nosotros, al ir a trabajar o a comprar?

Tenemos un «bichito» ahí a fuera que nos ha metido dentro de una película de ciencia ficción. O nos tomamos la pastillita roja de Matrix y cogemos el toro por los cuernos adaptándonos a él para poder llevar nuestras vidas lo mejor posible dentro de una nueva normalidad o vayámonos preparando a «no vivir» en muchas más ocasiones, porque seguro que este no será ni el primer ni el último «bichito» que nos llegue.

Experimento de las lentejas

Tantos días encerrados los niños en casa dan para hacer muchas, pero que muchas, actividades. Y la mayoría de veces, si quieres tener entretenidos a los dos niños, de edades muy diferentes, 9 y 3 años, has de buscar actividades que puedan realizarlas los dos y sean atrativas para ambos.

Una de ellas es el experimento de las lentejas mágicas. Se trata de un experimento muy simple, en el que no vais a necesitar mucho material, y con el que descubrirán la germinación de las lentejas.

Material:

– Un vaso o bote de cristal transparente.

– Lentejas crudas.

– Agua.

– Algodón.

Procedimiento:

– Pon algodón húmedo dentro del recipiente transparente.

– Coloca las lentejas encima, aprétalas un poco, sólo un poquito, con el algodón.

– Cubre las lentejas con un poco más de algodón húmedo.

– Deja los recipientes en un lugar cálido y preferiblemente con luz indirecta.

Al cabo de 2-3 días empezaréis a ver la germinación de las lentejas. Y en 4-5 días ya veréis ésto:

Se trata de la germinación de las lentejas, que es un proceso de crecimiento de la semilla cuando se encuentra en condiciones favorables de temperatura, oxígeno y humedad.

¿Os ha gustado? ¿Ya lo habíais hecho?

Arañas y gusanos con hueveras

Si hay un material que da para mucho son las hueveras. Con ellas y un poco de imaginación se pueden hacer muchas cosas con los peques.

Esta vez hemos reutilizado una huevera para hacer una araña y un gusano.

Es muy fácil.

Materiales:

  • Huevera de cartón
  • Tijeras
  • Cola
  • Decoración a tu gusto

¿Cómo se hace?

Para la araña simplemente tienes que recortar el espacio de un huevo. Haces los agujeros por dónde pondrás las patitas, las pones y lo decorais a vuestro gusto. Nosotros le pusimos unos ojos, la pintemos de negro y usemos como patas esos alambres peludos que venden en muchas tiendas.

Para el gusano, tenéis que recortar lo que ocupan tres huevos y simplemente lo decoráis como os apetezca. Nosotros lo pintamos de verde, le pusimos unos ojos y unas antenas con piezas de sémola de maiz.

Fácil de hacer y muy resultón.

¡Reducir, Reutilizar y Reciclar!

Forzando la Operación Adiós al Pañal

Hace unos meses os conté el inicio de nuestra operación Adiós al Pañal del Peque. Y tal y como predecimos, ha sido y está siendo, complicada.

Después de 10 meses des de su inicio, os puedo afirmar que estamos cometiendo un gran error al prohibir en P3 llevar a los niños con pañal. Una cosa es un niño nacido en enero, como mi Mayor, y otra muy distinta un niño nacido a final de año, como mi Peque. Además cada niño es un mundo.

Con el Mayor le quitamos el pañal cuando él lo pidió, y por lo tanto, cuando él estuvo preparado, y en un día empezó y finalizó la operación pañal, tanto de día como de noche. Pero, con el Peque, empezamos a quitarle el pañal cuando sabíamos bien que todavía no estaba preparado. Lo hicimos como tantas otras familias, unos meses antes de empezar el colegio, para así tener margen de tiempo. Y, como ya era de esperar, las prisas nunca son buenas consejeras. Así que después de 10 meses os diré que, vale, en el cole sólo se le ha escapado el pipí una vez, a principio de curso, y que ya hace un par de meses que pide él solito el pipí (hasta entonces tenías que ser tú quién lo llevaras a regañadientes). Y justo sólo hace unos días que hace la caca en su wáter-orinal, hasta ahora le daba pánico hacerla en el wáter u orinal, lo que nos ha llevado a problemas de estreñimiento y sufrimiento del Peque.

Estamos en el punto que el pipí durante el día está controladísimo des de hace tiempo, por la noche a veces moja y a veces no, y la caca justo hace unos días la pide él y la hace en su wáter-orinal.

¡10 meses para conseguir llegar hasta aquí! 10 meses de enfados, rabietas y sufrimiento del niño , 10 meses de problemas de estreñimiento, y 10 meses de muchísima paciencia de todos. Y, ¿para qué? Seguro que si hubiésemos empezado la operación pañal estas Navidades, en las que sí le hemos visto maduro en el tema, en unas pocas semanas hubiésemos llegado al mismo punto en el que ahora nos encontramos 10 meses después.

En la educación de este país hace falto mucho pero que mucho debate, en todos los ámbitos y edades. En el caso de los más pequeños, como mi Peque, y entrando al cole con sólo 2 añitos, me pregunto si a esta edad no tendrían que estar todavía en guarderías. Y me pregunto si es justo para ellos obligarles a quitar el pañal cuando todavía no están preparados. Nos llenamos la boca de la palabra “respeto” hacia los niños, y después ves que sólo les respetamos cuando a nosotros, a los adultos, ya seamos padres o educadores, nos va bien. Si no nos va bien, les hacemos pasar por el aro sí o sí. Y si los niños tienen que empezar con 2 años el colegio en clases de 26 o más alumnos y las profesoras no son suficientes para poder estar pendientes de todos ellos y de cambiarles el pañal a los más pequeños o acompañarlos en ese proceso durante P3, ¿qué estamos haciendo? Pensemos en ello. ¿Respeto a veces sí y a veces no?