Navidad al cuadrado

A principios de diciembre ya empieza una a sentir la presión por parte de sus hijos para poner el árbol, colocar las luces, buscar el tió… parece que a los niños se les acabe el mundo y cuando todavía falta más de un mes para la Navidad ya entran en ese bucle nervios y con la mente puesta en esos próximos días de vacaciones y tan llenos de sorpresas y de emociones. Supongo que ayuda el hecho que en los colegios des de semanas y semanas atrás vienen ya preparando los villancicos y demás festividades que durante esta semana están celebrando dentro y fuera de la escuela.

Si con un hijo la Navidad se transforma en un colocón de nervios y de emociones explosivas, con dos, uno de 7 y otro de 2 años, la Navidad ya explota, todo se multiplica al cuadrado. El mayor lo vive en esa edad en la que una ya no sabe si «cree» o «no cree» en ciertas cosas, sobretodo siendo un niño que nunca ha creído en la magia y que además es tan racional y tan preguntalotodo. Años atrás ya os conté que con sólo 3 ó 4 años ya nos preguntaba cosas como «a ver mamá, dónde has escondido el tió» o «los Reyes Magos son personas, ¿no? y por lo tanto mueren, ¿no? y ¿los Reyes Magos que te traían a tí los regalos de pequeña son los mismos que ahora me los traen a mi? si es así, deben ser ya muy mayores y ya pronto se mueren, ¿no? ¿entonces qué pasará?«. Pero oye, para mi sorpresa, este año ha vivido con los mismos nervios de siempre la llegada del tió, le sigue alimentando, peeeero, no ha faltado una nueva pregunta acerca de los Reyes: «Mamá, ¿son los mismos Reyes los que van a todas las ciudades a llevar los regalos? ¿cómo lo hacen? y ¿cómo les da tiempo?». Otra vez me pilló con los pixats al ventre, como se dice en mi tierra, y mi corta mente inventiva sólo supo soltar en esta ocasión «Es que los que van repartiendo los regalos son sobretodo sus ayudantes, los pajes, que los hay en todos los pueblos y ciudades, ellos sólos no podrían, y lo hacen en diferentes días en cada sitio.». Ya no me cabe dentro de la bufanda la peazo nariz de pinocho.

Está claro que le queda poco de este «engaño» navideño, y que en cuanto me pregunte si los Reyes somos los padres, simplemente le preguntaré «tú, ¿qué crees?«. Y si él crees que sí, pues se convertirá en nuestro ayudante navideño para su hermano pequeño 🙂

Ahora hablemos del Peque, del terremoto, del niño intenso. ¡Lleva al tió y a su hermano locos! Se cree que el tió es un muñeco de sumo, y a la que me descuido lo coge, lo gira, se hace un placaje, lo lanza sobre el suelo… tengo que ser más rápida que el rayo para evitar que su hermano mayor lo vea haciendo tales maniobras para evitar un conflicto de esos que harían temblar hasta los cimientos de la casa. Y sobre la alimentación del tió, os diré que sólo podemos alimentar el tió por la noche, cuando el Peque está durmiendo, porque sinó se le come toooda la comida y ya tenemos peleas con el hermano mayor que se encabrita al ver que le come la comida.

Supongo que con sus 2 años, estas Navidades el Peque será cuando descubra para qué sirve ese tronco y los Reyes Magos. Eso sí, ¡miedo me da darle el dia de Nochebuena un palo para que le pegue al tió! Tendremos que ponernos casco, hueveras y peto y capaz después de ir dando palos a todo tronco para ver si le caga mas cucu (chocolate en su idioma).

Conflictos entre hermanos y batallas de sumo con el tió a parte, sin lugar a dudas,  los niños hacen de estas fechas unos días entrañables.

 

 

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